Emoción/energía/cuerpo/sexo:el mito del «viaje» de liberación
PREGUNTA. En Mil mesetas, multiplicáis las alertas, las recomendaciones de prudencia, etc. Existiría una suerte de viaje que se haría paso a paso en el libro y, al mismo tiempo, se estaría corriendo el riesgo de no poder continuar de ser absorbido por el propio viaje. Por lo tanto, me gustaría saber si, aunque se esté corriendo el riesgo de ser absorbido por el viaje, hay lugar para la prudencia; y, en que medida las precauciones no falsearían el viaje.
Yo esperaba que desarrollaseis esa cuestión en el texto, no como instrucciones de uso, sino como algo que esclareciese la propia cuestión de la prudencia Quería hacer una observación: las cuestiones que planteo son personales, dado que constituyen una trayectoria propia, que se cruza con vuestra trayectoria, es decir, con vuestra trayectoria escrita en cierto momento. Y es
partir de ese cruce desde el que planteo estas cuestiones.
GUATTARI. Haces una especificación importante, porque el viaje del cual estamos hablando, no es absolutamente «el viaje», en el sentido del «trip» americano, con el cuasi místico trasfondo que ha tomado esta noción, por ejemplo, en toda la nueva cultura. En lugar de viaje, hablaría, de un modo más prosaico, de proceso. No existe, desde mi punto de vista, un nivel indiferenciado de la subjetividad. La subjetividad es siempre tomada en rizomas, en flujos, en máquinas, etc.; está siempre altamente diferenciada, es procesual. Por lo tanto, una iniciativa, pongamos, esquizoanalítica, un agenciamiento creador, productor de sentido, productor de actos, productor de nuevas realidades, es algo que conjuga, asocia, neutraliza, monta otros procesos. Pero los efectos no son necesariamente acumulativos. Los procesos pueden apoyarse unos en otros para llegar a territorios muertos.
Desgraciadamente es lo que suele ocurrir, lo que sucede frecuentemente en la economía conyugal, en la economía doméstica Dos personas están implicadas en un proceso amoroso y ese proceso acaba desembocando en una obturación territorial, que neutraliza cualquier posibilidad de riqueza (incluido el deseo sexual), todas las aperturas. Lo mismo puede ocurrir en
todos los otros modos del proceso de expresión.
En este sentido podemos hablar de prudencia. No para hacer de ella una categoría moral general La cuestión de la prudencia aparece, precisamente, como reacción a las mitologías espontaneístas de ciertas épocas: no tiene nada que ver con «cualquier cosa con la improvisación, con el «libérese», con el «disfrute su cuerpo», etc
Micropolítica. Cartografías del deseo. Félix Guattari-Suely Rolnik
5. Emoción/energía/cuerpo/sexo:el mito del «viaje» de liberación